Sunday, September 24, 2006
ESPÍRITU DE ESPERANZA.-

Nuestra iglesia, en su significado religioso como en su connotación secular, ha preservado fielmente, no sólo la Ortodoxia, la catolicidad y la conciencia de la fe cristiana original, sino que también, el ethos, lo fundamental de la enseñanza de Cristo, esto es: la ética del amor.La Ortodoxia se presenta como solución optimista frente a las ideologías y credos conflictivos en el siglo XX.
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Occidente sufre una serie de dilemas tales como la oposición entre la naturaleza y la gracia, las obras y la fe, Sagradas Escrituras y Tradición, Clérigos y Laicos, etc. Nuestra Iglesia no tiene tales dilemas y confusiones. Ella enfatiza una revelación natural en armonía con la gracia revelada, la fe y las buenas obras.Por otra parte, en contraste con el pesimismo y la falsa ansiedad, muy extendida en algunas regiones, la ortodoxia muestra su optimismo por su concepción en la dignidad del hombre, por su doctrina de la deificación de la naturaleza humana bajo Dios, por su creencia del amor a la humanidad de Dios, y del amor del hombre hacia el hombre.
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El Evangelio de nuestra Iglesia es de resurrección, de triunfo y de victoria. En la Ortodoxia, el hombre no está solo.El sistema de la enseñanza cristiana se basa en Dios como un ser supremo de vida y existencia, en el hombre como la imagen y semejanza de Dios obra maestra de su creación, y en Cristo, que unió lo divino con lo humano.La Doctrina Cristiana es guía y orientación para el hombre, mostrándole el verdadero camino.El cristianismo es un sistema espiritual de vida, pero ello no implica la negación del cuerpo o el descuido absoluto de las necesidades materiales. Más bien se trata de colocar cada elemento en su debido lugar. Los progresos materiales deben ser encauzados adecuadamente a fin de que por ellos se consigan buenos logros y no conduzcan a la violencia, ni a la deshumanización del hombre y de la sociedad. ni a su ruina ni a su miseria espiritual, sino más bien al progreso del género humano, a una sana y pacifica convivencia; y al Reino de Dios. La eternidad es el fundamento de los valores que la vida humana requiere para existir.
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El ser humano debe, pues, reanimar dentro de si los valores eternos, para lo cual es necesario tener fe en ellos y por sobre todo en Dios.Una verdad viva y axiomática es que el Cristianismo es un sistema supremo de principios únicos a través de los tiempos y que se construyen sobre la roca firme de la fe Además, es también un poder o fuerza que emana de la fe y toma la doctrina en vida. (Léase Hechos 18:27-28; 2 Cor. 3:2).
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Frente a los fracasos de poderosos, fuertes y sabios de este mundo, el cristianismo por medio del débil, del simple y del humilde muestra el poder de la Fe, que es la única verdadera respuesta a la amenaza del poder de destrucción, la única verdadera áncora de esperanza, a pesar de las dificultades presentes y que nos auguran un nuevo y mejor día.La concepción del hombre como un ente psicosomático, hecho de polvo y divinidad: "algo menos que los ángeles" (Salm. 8). y al mismo tiempo "es como las bestias que perecen" (Salm. 49).Pese a sus rebeliones, el hombre se restaura a través de Dios y de aquél que tomó la naturaleza humana: Jesús Cristo.
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Este personifica la gracia y el amor a la humanidad (San Pablo a Tito 3).El sacrificio de Cristo fue la suprema expresión de amor de Dios al hombre, y por amor, todos los hombre son llamados a la resurrección, a la nueva restauración que fue cumplida por la resurrección de Cristo.El hombre no es simplemente un animal luchando constantemente por la supervivencia o un producto de un proceso evolucionario. El espíritu del hombre, su habilidad para pensar y su capacidad creativa, indican claramente que el hombre es único, diferente y superior al resto de las criaturas. El es llamado a la theosis, a la deificación, pero preservando su individualidad. Dios ama al hombre y busca en retorno, el amor de éste hacia su semejante. Cuando los ortodoxos se reúnen para celebrar la eucaristía se unen no sólo con Cristo resucitado, sino también entre ellos mismos.La gran prédica de la Ortodoxia es el "amor" (1 Juan 4:20; Rom. 13:8; Juan 3:16). Por esto la Ortodoxia ruega a los enemigos de la humanidad que se evite la lucha entre los hombres, a fin de no destruir "la obra maestra" del Creador, puesto que nuestra Iglesia conoce y ha experimentado las persecuciones, las brutalidades del hombre, y las terribles consecuencias a que conduce el odio.Ella se esfuerza por lograr la ayuda entre los hombres, los encauza para obtener un desarrollo material y espiritual a fin de alcanzar una vida madura y feliz sobre la tierra y llegar a la deificación y santidad por la gracia y la ayuda de Dios, por Cristo.La unidad y solidaridad entre los hombres, supone la aplicación de las palabras del Apóstol San Pedro: "Amémonos unos a otros desde el corazón... habiendo purificado nuestras almas por nuestra obediencia a la verdad... por el Verbo de Dios que vive y permanece para siempre" (1 Ped. 1:22-23).Caracteriza a la Ortodoxia una profunda espiritualidad sacramental, portadora del Espíritu Santo; una decidida confianza en el Señor; una firme lealtad a los Apóstoles y Padres de la Iglesia: una moral fuertemente enraizada en la Biblia y en los dogmas, y una liturgia de gran significado teológico, rica en expresividad dogmática; una liturgia que, además de la solemnidad, tiene la particularidad de llegar íntimamente al corazón de todos: desde el más humilde hasta el más culto. Una participación y experiencia de la vida sacramental.
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Un gobierno democrático y una coparticipación de clérigos y fieles en las comunidades locales; participación junto a la Jerarquía en la elección de los ministros eclesiásticos (obispos y sacerdotes). Un carácter y sentimiento de responsabilidad social y patriótica íntimamente relacionado con el Kerigma (predicación). evangélico.
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La Iglesia Ortodoxa como Institución es verdaderamente democrática, no acepta un sistema autoritario. Preserva al antiguo sistema de administración; ni uno de libertinaje o anárquico que conduce al individualismo. Nuestro sistema es de libertad y disciplina, clérigos y fieles forman una unidad. Ellos de una u otra forma participan en la elección del clero. Todos ocupan ciertas posiciones y trabajan para el bienestar de la Iglesia. Todos son animados por los mismos principios de vida espiritual, la misma fe moral, a medios de santificación y comunión con Dios.La Ortodoxia ha cumplido la venerable labor de conjugar la autoridad de Dios y la libertad del hombre en la formulación de sus doctrinas y reglas canónicas. Ha asumido la gran tarea de, en la historia, mantener el equilibrio entre la autoridad y la libertad; la unidad y la autonomía local: "la unidad y la variedad" (imagen de la santa Trinidad que siendo un solo Dios, hay tres personas).
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Nuestra Iglesia es un organismo vivo, que tiene a Cristo por cabeza, y es la Iglesia del Señor en la Tierra, es la cristiandad original y pura, es el Cuerpo de Cristo en la Tierra... "Columna y baluarte de la verdad" (1 Tim 3:15). La Iglesia Ortodoxa de hoy pertenece a Cristo, sus miembros tratan de vivir en Cristo, como El fue revelado entendido y enseñado en la Iglesia original e individida.La vida cristiana no es meramente una confesión de fe, sino también una experiencia de fe en Dios, obrando a través de los principios del Evangelio. El cristiano siente la compañía de la gracia de Dios, al practicar y aplicar los mandamientos y especialmente la nueva alianza de amor en el nombre de su fundador: Jesucristo. Dondequiera que sea establecida la Iglesia, ha preparado un nuevo medio, una nueva oración, a fin de mostrar que la cristiandad no es meramente una teoría de un sistema o escuela, sin vida y experiencia en el resplandor del rostro del Señor Jesucristo.Todo esto nos indica que la Iglesia Ortodoxa ha conservado la doctrina cristiana original y que podemos, por lo tanto, proclamar con esplendor las siguientes santas palabras:"Esta es la Fe Apostólica,Esta es la Fe de los Padres,Esta es la Fe Ortodoxa,Esta es la Fe que ha establecido al Mundo!"
 
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Wednesday, September 20, 2006
COMPARTIENDO EL PESAR ESPRITUAL.
Asociación de Jóvenes Musulmanes de Madrid.

Estimados Hermanos;

Lamentamos profundamente cualquier acción que pueda herir los sentimientos de los creyectes, Jesús el Cristo, y Muhammad, la Paz sea con ellos, son Amor y Comprensión.

Compartimos vuestro pesar, el de Vuestros Líderes religiosos y políticos, unimos nuestras oraciones a las vuestras, como hermanos que somos, hijos todos de Abraham, para que la paz, la justicia y el entendimiento, reine entre los creyentes y los hombres de Buena Fe.

Recibir un fraternal abrazo, de este humilde siervo de Dios.
 
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Saturday, September 16, 2006
TESTIMONIOS CRISTIANOS DE LA EXISTENCIA DE JESÚS.
Entre las fuentes cristianas de la vida de Jesús existe muy poca necesidad de mencionar la así llamada Agrafa y Apócrifa. Porque si bien el Agrafa contiene una Logia de Jesús, o se refiere a incidentes de su Vida, son o altamente improbables o presentados sólo como variaciones de la historia de los Evangelios. El principal valor de la Apócrifa consiste en mostrar la superioridad infinita de los Escritos Inspirados contrastando las toscas y erróneas producciones de la mente humana comparadas con las verdades simples y sublimes escritas bajo la inspiración del Espíritu Santo.
Entre los libros Sagrados del Nuevo Testamento, los que tienen especial importancia con respecto a la construcción de la vida de Jesús son los cuatro Evangelios y las cuatro grandes Cartas de San Pablo.

Las cuatro grandes Epístolas Paulinas (Romanos, Gálatas, y Primera y Segunda Carta a los Corintios) no serán jamás sobre estimadas por los que estudian la vida de Cristo; han sido llamadas a veces el "quinto evangelio"; su autenticidad jamás ha sido atacada por asiduos críticos; su testimonio es aún más antiguo que el de los Evangelios, al menos que la mayoría de ellos; es de gran valor porque es incidental y sin ningún diseño previo; es el testimonio de un escritor altamente intelectual y culto, que había sido uno de los mayores enemigos de Jesús, y que escribe dentro de los 25 años posteriores a los hechos que relata.
Al mismo tiempo, estas cuatro grandes encíclicas dan testimonio de los hechos más importantes de la vida de Cristo: su linaje de David, Su pobreza, su Mesianismo, sus enseñanzas morales, su predicación sobre el Reino de Dios, su llamado a los Apóstoles, sus poderes milagrosos, su afirmación acerca de ser Dios, la traición, la institución de la Sagrada Eucaristía, Su Pasión, crucifixión, sepultura y resurrección, sus repetidas apariciones (Rom., i, 3, 4; v, 11; viii, 2, 3, 32; ix, 5; xv, 8; Gal., ii, 17; iii, 13; iv, 4; v, 21; I Cor., vi, 9; vii, 10; xi, 25; xv, passim; II Cor., iii, 17; iv, 4; xii, 12; xiii, 4; etc.).
Sin importar cuan importantes sean las cuatro grandes epístolas, los evangelios son aún más importantes. No porque alguno de ellos ofrezca una biografía completa de Jesús, sino porque dan razón del origen de la cristiandad por medio de la vida de su Fundador. Las cuestiones tales como la autenticidad de los Evangelios, la relación entre los Evangelios Sinópticos y el Cuarto, el problema Sinóptico deben estudiarse en los artículos referidos a estos temas respectivos.
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posted by ORDEN BONARIA at 11:46 AM | Permalink |
Sunday, September 10, 2006
ALARMA ECOLÓGICA; DIOS ES LA NATURALEZA Y LA TIERRA

La expresión Desarrollo Sustentable, creada en 1972 por el Informe Brundtland de las Naciones Unidas, ha sido asumida por todos los organismos internacionales y por las políticas gubernamentales en todo el mundo.
Desde el comienzo, sin embargo, la expresión fue blanco de críticas debido a la contradicción entre sus dos términos. La categoría desarollo proviene de la economía realmente existente -la capitalista-, organizada por los mercados, que hoy en día están artículados a escala mundial. La lógica interna de esta economía es la explotación sistemática e ilimitada de todos los recursos terrestres para alcanzar tres objetivos fundamentales: aumentar la producción, expandir el consumo y generar riqueza. Esta lógica implica un lento pero progresivo agotamiento de los recursos naturales, la devastación de los ecosistemas y una considerable extinción de las especies, en el orden de 3.000 anuales, diez veces más que en un normal proceso evolutivo.
En términos sociales crea desigualdades crecientes ya que sustituye a la cooperación y a la solidaridad con una feroz competencia. Más de la mitad de la humanidad vive en la pobreza. Este modelo supone la creencia en dos infinitos. El primero presume que la Tierra posee ilimitados recursos. El segundo, que el crecimiento económico puede ser infinito. Los dos infinitos son ilusorios. La Tierra no es infinita porque es un planeta pequeño, con recursos limitados, muchos de ellos no renovables. Y si quisiéramos universalizar este tipo de crecimiento necesitaríamos el triple de los recursos que contiene nuestro planeta. Hoy nos damos cuenta de que el planeta Tierra ya no soporta la voracidad y la violencia de este modo de producción y de consumo.
Pese a las críticas, el concepto Desarrollo Sustentable puede ser útil para calificar un tipo de desarrollo en regiones delimitadas y en ecosistemas definidos. Postula la posibilidad de preservar el capital natural, priorizar el uso racional de los recursos y mantener la capacidad de regeneración de todo el sistema. Es posible, por ejemplo, una utilización de las riquezas naturales de la floresta amazónica de manera que conserve su integridad y permanezca abierta a las demandas de las generaciones presentes y futuras. Pero en términos de estrategias globales que abarcan todo el planeta con sus ecosistemas el paradigma utilitario, devastador y consumista imperante produce un tasa de inequidad ecológica y social insoportable para la Tierra.
La solución debe encontrarse en un nuevo paradigma de convivencia entre naturaleza, Tierra y Humanidad que otorgue centralidad a la vida, mantenga su diversidad natural y cultural y garantice el sustrato físico-químico-ecológico para su perpetuación y ulterior co-evolución. Es aquí donde se entronca la cuestión de la ética. Hoy, como nunca antes en la historia del pensamiento la palabra ethos en su acepción original, ha adquirido actualidad. Ethos en griego significa morada humana, el espacio de la naturaleza que reservamos, organizamos y cuidamos para convertirlo en nuestro habitat. Pero hoy en día ethos no es solamente la morada en que habitamos, la ciudad en que vivimos o el país al que pertenecemos. Ethos es la Casa Común, el planeta Tierra. En consecuencia, necesitamos un ethos planetario. El fundamento de este nueva ética está expuesto en dos documentos. El primero -la Carta de la Tierra- es internacional y fue asumido por la UNESCO en el 2000.
El segundo fue aprobado en el 2002 por los ministros del Medio Ambiente latinoamericanos y se titula: Manifiesto por la Vida. Por una Etica para la sustentabilidad. Ambos documentos tienen mucho en común con los Objetivos para el Desarrollo del Milenio de las Naciones Unidas. Utilizaré libremente las proposiciones de estos textos con una elaboración personal.
El telón de fondo está bien expresado en la introducción de la Carta: "Las bases de la seguridad global están amenazadas." Esta situación nos obliga a "vivir un sentido de responsabilidad universal, identificándonos con toda la comunidad de la vida terrestre así como con nuestras comunidades locales. La situación es tan urgente que obliga a la "humanidad a escoger su futuro. La opción es la de formar una alianza global para cuidar a la Tierra y los unos a los otros, o arriesgar nuestra destrucción y la devastación de la diversidad de la vida". La nueva ética debe nacer de una nueva óptica, a saber: "La humanidad es parte de un vasto universo en evolución; la Tierra, nuestro hogar, es una comunidad de vida única; la Tierra proporciona las condiciones esenciales para la evolución de la vida; cada uno comparte la responsabilidad por el presente y el futuro, por el bienestar de la familia humana y de todo el mundo de los seres vivos; el espíritu de solidaridad humana y de parentesco con todas las vidas se fortalece cuando vivimos el misterio de la existencia con reverencia, el don de la vida con gratitud y el lugar que el ser humano ocupa en la naturaleza con humildad". La Tierra, la vida y la Humanidad son expresiones de un mismo e inmenso proceso evolutivo que se inició hace trece mil millones de años y forman una única realidad compleja y diversa.
La Tierra es Gaia, un superorganismo vivo. El ser humano (cuyo origen filológico viene de humus=tierra fértil y buena) es la propia Tierra que siente, que piensa, que ama, que cuida y que venera. La misión del ser humano, como portador de consciencia, inteligencia, voluntad y amor, es cuidar la Tierra, ser el jardinero de este espléndido jardín del Edén. Esta misión debe ser hoy urgentemente despertada porque la Tierra, la vida y la Humanidad están enfermas y amenazadas en su integridad. Sucintamente la Carta de la Tierra postula "vivir un modo de vida sustentable". Este es el nuevo principio civilizatorio, un sueño promisorio para el futuro de la vida. Mas que hablar de Desarrollo Sustentable importa asegurar la sustentabilidad de la Tierra, de la vida, de la sociedad y de la Humanidad.
Bien dice el Manifiesto por la vida: "La ética de la sustentabilidad coloca la vida por encima del interés económico-político o práctico-instrumental; la ética de la sustentabilidad es una ética para la renovación permanente de la vida, de la cual todo nace, crece, enferma, muere y renace." El resultado de esta ética es lo que más buscamos en estos tiempos: la paz. En la definición de la Carta, la paz es "la plenitud creada mediante relaciones correctas con uno mismo, con otras personas, con otras culturas, con otras vidas, con la Tierra y con el Todo mayor del que somos parte". La humanidad debe caminar hacia este nuevo tipo de futuro; la situación actual es de crisis y no de tragedia y seguramente, como otras veces, sabrá encontrar las nuevas condiciones para la realización de la vida y de su destino.
 
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